lunes, 15 de mayo de 2017

La ciudad de Ayacucho o Huamanga

Eduardo Vásquez Relyz: Egresado de la maestría de arte peruano por la 
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 
investigador en temas de arte peruano virreinal y republicano.












































































Fundada en el siglo XVI con el nombre de San Juan de la Frontera de Huamanga, alberga un importantísimo patrimonio de arte virreinal, que se manifiesta en sus 33 iglesias, en sus casonas solariegas, en sus retablos y portadas.

Se ubica en la sierra central del Perú a 2,700 m.s.n.m. y posee un clima cálido y benigno. Uno de sus templos más representativos es este del convento carmelita, conocido como iglesia de Santa Teresa. Su fundación data de inicios del siglo XVIII, gracias a su benefactor el padre Francisco de la Maza de la Compañía de Jesús.

La iglesia se dispone en una sola nave rectangular cubierta con bóveda de cañón con lunetos, dos portadas una en el muro de los pies flanqueada por dos torres y otra en el muro del evangelio dan acceso al templo. Destaca en el interior el soberbio retablo mayor de 3 cuerpos y 3 calles, obra del siglo XVIII del periodo de madurez del barroco peruano. Un par de retablos laterales igualmente barrocos, un púlpito y lienzos completan el ornato del templo.

fachada de la iglesia donde destaca la portada decorada sobriamente con un robusto almohadillado en sus dos cuerpos

Vista general del interior de la iglesia

Retablo del altar mayor. un dechado del arte de la talla, se distribuye en 3 cuerpos y 3 calles más ático que invade el espacio de la bóveda del templo. Como en otros retablos barrocos peruanos, en este triunfa la columna salomónica, aumentando la sensación  de  boato la colocación de espejos en marcos dorados. En su hornacina principal se encuentra la Virgen del Carmen patrona de la orden carmelita. Al lado inferior derecho de la foto se puede ver la reja del coro bajo, donde hoy y desde el siglo XVIII las monjas teresianas cantan las glorias de Dios.

Retablo lateral  igualmente barroco y dedicado a santa Teresa de Ávila, reformadora del Carmelo, cuya imagen se ven en la hornacina central del primer cuerpo. Sobre esta, destaca la imagen de una santa crucificada, tal vez santa Liberata, incluso santa Eulalia de Barcelona.

Retablo lateral compuesto por un cuerpo inferior de tres calles donde se encuentran las imágenes de los santos peruanos santa Rosa de Lima y san Martín de Porres, sobre este cuerpo una hornacina con gran marco barroco que contiene el lienzo de la Virgen de la Guadalupe.

Vista del profundo sotocoro de la iglesia. Ubicado en el muro de los pies inmediatamente detrás de la portada, es el sector debajo del coro alto de las monjas y real zona de tránsito entre la amplitud de la plaza antepuesta al templo y el interior de la nave. Sobre el vano de acceso destaca la venera en el dintel, elemento muy presente en la arquitectura virreinal peruana.

Reja del coro alto. Una de las mejores obra que el barroco produjo en Ayacucho, en la parte inferior se observa el escudo de armas del otro benefactor de este convento: el obispo don Diego Ladrón de Guevara".

lunes, 8 de mayo de 2017

El convento más hermoso del Cusco, Perú



Por Juan Pablo El Sous Zavala 
Arquitecto egresado de la 
Universidad Nacional de Ingeniería, Lima 
Investigador de la arquitectura virreinal peruana


Entre todas las edificaciones monumentales del Cusco colonial, destaca por su belleza el hermoso claustro principal del convento de La Merced.  Este establecimiento monástico fue fundado hacia 1537, pero los edificios construidos a lo largo de los siglos XVI y XVII quedaron destruidos como consecuencia del gran terremoto de 1650. 




El claustro principal que hoy existe, considerado como una de las obras maestras del barroco peruano, es producto de las obras de reconstrucción posteriores al terremoto. Se atribuye su diseño al ilustre arquitecto y ensamblador Diego Martínez de Oviedo , autor, entre otras cosas, de la magnífica fachada de la iglesia de la Compañía de Jesús (1664), así como de los retablos mayores de la iglesias de Santa Teresa (1674) y San Sebastián (1679). 

Fue este maestro quien construyó el claustro mercedario entre 1660 y 1670, y desde su culminación fue considerado como una obra extraordinaria  al punto que fue elogiado por el mismísimo Virrey del Perú Don Pedro Antonio Fernández de Castro, Conde de Lemos, quien lo visitó en 1669, indicando el cronista Francisco Miranda Valcárcel y Peralta que "viendo la arquitectura y suntuosa fábrica de aquella maravillosa casa, dixo podía servir de palacio al rey, nuestro señor, más poderosa soberana reyna para su culto y albergue de sus hijos" .




El claustro tiene planta cuadrada, con dos niveles de seis arcos en cada uno de sus cuatro lados. La arquería está trabajada íntegramente en piedra, y su composición consta de hermosas columnas de orden corintio apoyadas sobre arcos adornados con un robusto almohadillado rústico, lo cual genera un interesante contraste entre la delicadeza de los soportes y la fortaleza del fondo. Las columnas guardan semejanza con las empleadas en los retablos contemporáneos, como los mencionados retablos mayores en las iglesias de la Compañía, San Sebastián y Santa Teresa. Se trata de columnas corintias de fuste estriado adornado con un imbricado de escamas, y con el tercio inferior separado del resto por un anillo; mientras que las columnas del cuerpo bajo tienen el tercio inferior adornado con un patrón imbricado, las del cuerpo alto tienen un patrón helicoidal. Las columnas sostienen un robusto entablamento, cuya principal característica son los gruesos canes debajo de la cornisa. En el segundo nivel del claustro, una peculiar nota barroca la constituyen los pares de columnas de menor tamaño que acompañan a las principales, sosteniendo el arco de medio punto del fondo.

El claustro está rodeado por corredores en sus cuatro lados, los cuales están cubiertos con lujosos alfarjes de madera tallada. La única excepción es el corredor situado al costado de la iglesia, el cual tiene bóvedas vaídas molduradas. En uno de estos corredores hay  una curiosa portadita barroca  que aloja entre los brazos de su cornisa abierta una ménsula que sostiene una pilastra, la cual constituye el soporte de uno de los canes tallados del techo de madera.  En la parte alta de los muros se encuentra una serie de lienzos que representan la  vida de San Pedro Nolasco (1763), fundador de la orden Mercedaria, obra del  pintor cusqueño  Ignacio Chacón.



Concluyo esta pequeña reseña con una cita del historiador de arte estadounidense Harold Wethey (1949):

"La arquitectura colonial hispánica no conoce nada más hermoso que el claustro de la Merced. El magnífico manejo del espacio abierto, la ligereza y gracia combinadas con la recia virilidad de la masa, la belleza del color, la extraordinaria riqueza y originalidad en el tratamiento de las texturas, el gusto infalible en su escala y proporciones, todo esto y más hacen del claustro mercedario único" .

viernes, 5 de mayo de 2017

Cinco razones para no perderse "Villalpando, pintor mexicano del barroco"


Si eres de los que no se puede perder una exhibición que trate de arte novohispano o de plano  lo tuyo es el arte barroco entonces no tienes motivos para perderte "Villalpando, pintor mexicano del barroco"

Curada por Jonathan Brown, catedrático de Bellas Artes de la Universidad de Nueva York, Clara Bargellini, investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, y Ronda Kasl, curadora del departamento de Arte Colonial Latinoamericano del MET de Nueva York, esta exhibición muestra lo mejor que la mano de este artista novohispano dio a la historia de la pintura barroca.

Éstas son las cinco razones por las que no te la puedes perder:

1. Villalpando marcó la pauta del barroco mexicano


Cristóbal de Villalpando, nacido probablemente en la ciudad de México hacia 1649, es uno de los pintores más afamados de la Nueva España, un protagonista de la pintura barroca de México. 

2. Su influencia se evidencia la obra de otros grandes artistas


Su técnica y destreza marcaron con tal fuerza la escena de la pintura en el virreinato que influenció a otro de los más afamados pintores de este periodo: el mismísimo Juan Correa, a quien; incluso, examinó en la obtención de su título como pintor en 1687



3. Sus obras decoran espacios tan emblemáticos del barroco mexicano como la catedral de México


En 1685, Villalpando realizó un ciclo de cuatro pinturas para la catedral de México, consideradas como sus obras más sublimes e imperdibles en el estudio de este artista: La apoteosis de San Miguel, La mujer del Apocalipsis, La Iglesia Militante y La Iglesia Triunfante; esta última, relacionada con El Triunfo de la Eucaristía de Rubens.

Lamentablemente y a causa quizá de fallas tectónicas en las bóvedas del edificio, Villalpando no pudo concluir el ciclo de seis lienzos, mismo que completó Juan Correa, a quien se deben la Entrada en Jerusalén y La Asunción de la Virgen. 


4. Su fama se extendió a lugares tan lejanos como Guatemala


Tres años después de sus encargos en la catedral de México, Villalpando realiza en 1688 la pintura de la cúpula principal de la catedral de Puebla bajo el tema la Apoteosis de la Eucaristía. Su fama crece tanto que, para 1691, los franciscanos de Antigua en Guatemala le solicitan la elaboración de 49 lienzos sobre la vida de San Francisco para su convento principal.




5. Ésta no es cualquier exhibición


En esta muestra se presentan por lo menos 20 cuadros desconocidos de Villalpando, mismos que se encontraban en colecciones públicas y privadas.Posteriormente viajará para su exhibición al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

Esta exposición permanecerá en el Palacio de Iturbide, en la ciudad de México hasta el 4 de Junio así que...  ¿qué estás esperando? visítala ya!

miércoles, 3 de mayo de 2017

Una de las joyas virreinales de Bogotá

El retablo mayor de la antigua iglesia de Santa Clara hoy Museo de Santa Clara.

La antigua iglesia de las monjas clarisas es una de las iglesias barrocas más hermosas y mejor conservadas de Bogotá. La iglesia fue inaugurada en 1647, por lo que el retablo mayor data de esa misma época. 


Funcionó como templo abierto al culto hasta los años 70 cuando fue comprada por el Estado colombiano, quien la sometió a un intenso trabajo de restauración durante 10 años y en 1986 la abrió al público como Museo. Sin embargo, el interior se conserva igual que cuando era un templo religioso. 


Durante la desamortización del siglo XIX ambos conventos fueron exclaustrados y transformados en oficinas del Estado. En el siglo XX ambos edificios fueron demolidos y en el lugar del convento franciscano se construyó la Gobernación de Cundinamarca y en el lugar del convento clariano se construyó la Escuela de Bellas Artes, hoy parte del Ministerio de Cultura.