lunes, 7 de agosto de 2017

El Cristo que absorbió veneno por sus pies


Se dice que la posición de sus piernas corresponde la milagro hecho.


Dentro de la Catedral de México, frente al Altar del Perdón, se encuentra en la cruz un Cristo hecho en pasta de caña a la usanza indígena, misma que aún se realiza en algunos pueblos de Michoacán. Sin embargo, no te confundas, esta imagen no es la original pues ésta se consumió en un incendio que arrasó el altar mayor donde originalmente se encontraba.

Antes de ubicarse donde hoy en día la puedes visitar, esta imagen se estaba en la capilla del Seminario de Porta Coeli, es decir, en aquel templo que aún sobrevive aunque muy modificado en la calle de Venustiano Carranza y que otrora tenía frente a sí la bulliciosa Plaza del Volador. Aquí la trajeron los dominicos en 1602 "un Cristo blanco de tamaño real", dice en los registros.


El seminario se clausuró en 1935 y esta imagen tan venerada fue trasladada a la Catedral. Desde entonces, miles de visitantes sienten curiosidad y admiración por esta escultura.

Hay varias leyendas en torno a esta pieza que hoy preside el Altar del Perdón, aquí te cuento las tres más habituales:


En la primera versión se dice que allá por el año 1602, un hombre llamado Don Fermín de Andueza era un hombre rico, virtuoso y estimado por la gente. Se dice que diariamente acudía a misa sin falta, cuando entraba y salía del templo le rezaba a una imagen de Cristo en la Cruz y al finalizar su oración le besaba devotamente los pies a la imagen.
El altar del perdón

Sin embargo, Don Fermín tenía un enemigo, un hombre egoísta y envidioso que le tenía unos celos absurdos y siempre despotricaba contra Don Fermín e incluso le obstaculizaba, cuando podía, algunos negocios.

Su envidia se transformó en odio y un día planeó matarlo, aplicó un veneno de efecto paulatino en un dulce que le dio a Don Fermín con la mentira de ser obsequio de un concejal amigo suyo. Éste se lo comió y su enemigo esperó a que el veneno hiciera su efecto.

Al día siguiente en la mañana, Don Fermín estando en la iglesia, le rezó a la imagen de Cristo en la Cruz, como de costumbre y al besarle los pies éste se negreció rápidamente de los pies a la cabeza, absorbiendo el veneno que Don Fermín había consumido.

Los feligreses presentes se sorprendieron del fenómeno; su enemigo, también allí presente, se conmovió y se arrepintió de su odio. Le confesó su propósito a Don Fermín y éste lo perdonó.

La segunda versión, muy similar a la primera, nos refiere que el veneno fue aplicado por el enemigo de Don Fermín directamente en los pies del Cristo en la Cruz y al acercarse el hombre piadoso a besar, como de costumbre los pies de esta imagen, ésta recogió los pies en el gesto que se le ve hoy en día y se obscureció paulatinamente de pies a cabeza, absorbiendo así el tóxico líquido e impidiendo que un hombre inocente muriera envenenado.

Y finalmente, la tercera versión nos habla de un sacerdote que recibió la confesión de un asesino.  El sacerdote le exigió al homicida que se entregara con arrepentimiento a las fuerzas del orden y éste en respuesta salió huyendo del templo. Temiendo que el sacerdote rompiera el secreto de confesión, el homicida recurre al veneno y de igual manera lo aplica en la superficie de los pies del Cristo, el resto continúa como en las versiones anteriores.

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